31 octubre 2005

Bosques de hoy

Empiezo a convencerme de que soy un sátiro antisocial. El otro día salí por el bosque con un grupo de ninfas amigas para celebrar el afloramiento de una de ellas y embriagarnos de vino y risas. Me pasé toda la noche rechazando al resto de congéneres y con dolor de ojos por no saber en que escote fijar la mirada.

A pesar de ser un sátiro con encanto no soy muy proclibe al esparcimiento libre y al amor sin reparos ultimamente. Cada día las ninfas me parecen más insulsas y con un sentido de la vida menos jovial y sano que antes. Se están convirtiendo en enanos de bosque y perdiendo por completo el encanto de la ninfa juguetona y a la vez fuerte que tanto nos gustaba a los sátiros como yo.

Pero porqué no pueden ser ninfas y dejarnos a los sátiros ser sátiros. No sabemos disfrutar de la vida y el amor, divertirnos de verdad, vivir sensaciones nuevas y al alcanze de pocos. Todo es igual, siempre es lo mismo. Antes era más divertido cuando cada noche parecía distinta a la anterior y no sabias a quien ibas a conocer o que ibas a hacer. Supongo que es un problema de situación y edad. Siempre en el mismo bosque y saliendo a las mismas horas es más que probable que encuentres a las mismas criaturas, con sus insulsas conversaciones de siempre y sus mismos insulsos intereses.

También puede ser que sea yo, que me estoy convirtiendo en un sátiro antisocial. Los seres que encuentro no me ofrecen nada, siempre las mismas conversaciones, siempre buscando las mismas cosas, siempre realizando los mismo ritos sociales. Y claro yo encima no aguanto el rito del tabaco, pués ya está, antisocial del todo. Quizás sólo fui un sátiro durante un periodo corto de tiempo y luego me di cuenta que no había nacido en la edad adecuada para mi forma de ser.

Con lo feliz que era uno tocando la flauta, bebiendo vino de uva dulce, y persiguiendo delicadas ninfas por las orillas del rio hasta el atardecer. ¡Qué tiempos!

Insulsas vidas, sátiros.

28 octubre 2005

Presentación

Niñás, niñas, tranquilidad.

Heme aquí en una de las situaciones más paradójicas que pueda contar. Yo! acosado por ninfas. El mundo al revés. Y sin embargo es mi cuadro favorito, me encanta estar rodeado de bellas ninfas, pero normalmente soy yo el que las acosa. Ese día me pillaron sin ganas (lo que no saben es que acababa de cumplir con mi propia fama en un prado cercano, y claro...).

Como se puede apreciar me superaban en número. Y además, porqué negarlo, para una vez que las apetecía a ellas no se lo iba a poner fácil, ¿no?

Estas escenas podrán parecer demasiado escandalosas a cualquier pobre mortal, pero creo que en nuestros días existe por ahí cierta isla que sigue como cuando yo era joven. Sólo que ahora esta poblada de otro tipo de ninfas y sátiros consumiendo otras sustancias que no son vino precisamente.


De todas maneras reconozco que el ser yo el que personifica la imagen del oscuro objeto de deseo del 101% de todos los humanos de género masculino del planeta es como para sentirse orgulloso. Y eso que no me pillaron mi perfil bueno para el cuadro.

Bueno ahora ya algo más en serio... los sátiros de ahora nos ganamos la vida trabajando en las oficinas, en mi caso como administrativo. Y encima nos gusta la programación. Total: sátiro, administrativo, informático (aficionado) y tío. Lo tengo tó vamos.

Por lo demás soy clavadito al cuadro. La verdad es que me sacaron favorecido. Y a las ninfas ni te cuento.

Satíricas vidas.